Un grano en tu atalaya

14 de febrero de 2009

Un camino despoblado, un árbol deshojado. Los dejo tras de mí en un lastimero intento de escapar de los fantasmas que me persiguen. Miro al frente, todo está borroso. ¿Dónde está el oasis que busco? ¿Cómo asir lo que un día vi marchar? ¿Mi cordura? ¿Tu ilusión? ¿Qué se escapó?

Inanes pensamientos se entrecruzan a mi paso. Un soplo de aire fresco, una hoja marchita vuela fijando mi distraída mirada. Estoy parado, mental y físicamente, ¿sigo o retrocedo? Dentro del absurdo, ¿qué tiene sentido? Me armo de valor, hoy será un buen día.

Paso delante de tu portal. Observo atentamente el número 16. ¿Qué me impide pulsarlo? ¿Una ética mal dictada? Desisto, no voy a llegar a ningún sitio así. Prosigo mi caminar. Acelero el paso; necesito sentir el viento contra mí, ser esclavo de algo material.

Ante mí se extiende la playa: amplia, infinita, inaprensible. Me tumbo sobre la arena. El sol se va sumergiendo poco a poco en el horizonte. El tiempo pasa tan rápido, pero a la vez tan lento. Muchas cosas que decir; mas ninguna has oído, escuchado, comprendido... ¿Dónde está el yugo que me impide avanzar? ¿Cuándo renuncié a continuar? ¿Por qué es todo tan difuso y complicado?

1 comentario:

Anónimo dijo...

Eres malillo, tío. Aunque no te lo creas.