Hace tiempo que no me miro las pelotas

4 de junio de 2009

Una noche cálida, sentado en la silla en calzoncillos mientras tu culo se adhiere a ellos por el sudor. La calle descansa silenciosa, solo perturbada por el piar aleatorio de unos pocos pájaros: tal vez las farolas confundan su sueño. Un coche pasa, ya se ha ido. Todo parece estar sumido bajo un agente exterior en un continuo inamovible, controlado.

De repente, una chica desconsolada grita: "¡Te odio!". Todo el control pasado se difumina bajo el grito angustiado de un simple individuo . Nuestros actos parecen dominados por algo que subyace de nuestra condición, algo de lo que no podemos escapar; y, cuando lo intentamos, todo tiembla a nuestra alrededor. Llantos y sollozos en contra de lo que nos oprime y aflige: ¿hay solución?

Me gustaría gritar, decir al vacío que no le pertenezco. Estar fuera de lo estipulado puede sonar bonito y romántico, pero... ¿para qué? Es mejor silbar, reírte de tu falsedad y la de los demás, escupir contra ti mismo. Mirando al techo pienso: "Tanta mierda por acá y yo no tengo tiempo ni para mirarme los cojones en el espejo".

No hay comentarios: