Locura

31 de octubre de 2007


Es de noche, madrugada me atrevería a decir. No me atrevo a más, afirmar en estos momentos es negar. Todo cerrado, puertas, ventanas, ¡mi mente! Gritos, murmullos, proveniente de otros lugares, golpean mi obstruido estado. Mis sienes y conciencia se resienten, agujas se clavan.

No he salido de casa en todo el día, la casa está vacía. No, ¡estoy yo! Sí, soy un genio, decido hablar con este genio. Mi personalidad se va desdoblando, oyente y hablante, dos en uno, ¡qué gran descubrimiento!

Es difícil hablar con este genio, sus conocimientos, sapiencia, intelecto me superan. Decido relajar mis músculos para entregarme plenamente a él, me tumbo en la cama. Mirando el techo comienza la conversación.

La conversación es abrumadora, gritos y sollozos se suceden, alguien ha de caer. Pronto la cosa cambia, gente se une a nuestro duelo dialéctico. Sombras borrosas, inertes se suceden, brotan de las paredes. El gotelé ha cobrado vida, todo se difumina, ya no hay paredes ni puertas, el mundo ha desaparecido, se ha rendido ante mí, ¡ante los dos!

Las carcajadas se suceden, consecuencia de mi gran victoria. Miro al mundo desde lo más alto, lugar que me corresponde por naturaleza. Les escupo, son mis lacayos, deberían adorarme y olvidar la banalidad que les envuelve.

De pronto, todo se para, suena el despertador. Me reincorporo, observo la hora, las 8 de la mañana. Un profundo dolor de cabeza me invade, al igual que una sensación de irrealidad. ¿Qué ha ocurrido? ¿Ha sido todo un sueño? ¿Alguna comida en mal estado?

Decido olvidar lo sucedido, ducha fría y a comenzar otro día agotador y aburrido. Tal vez alguna bella señorita me sonría, pienso. Se escucha otra carcajada.

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